Poco imaginaban los habitantes del pequeño pueblo de Simon, en el este de Ciudad del Cabo, durante el verano de 1983, que aquellos dos pequeños pingüinos que llegaron a sus playas, se quedarían para siempre a vivir y atraerían con ellos, años después, centenares de congéneres, hasta 2.500 hay censados hoy en día. Pocos lo imaginaban pero hoy forman parte de sus vidas y para algunos de ellos de su economía ya que, con los pingüinos, llegaron los turistas y el centro de interpretación del este bello animal africano. Si, africano, puesto que aunque nos imaginamos al pingüino siempre rodeado de hielo, el pingüino africano, como sus parientes lejanos sudamericanos el de Humbold o el de Galápagos, no viven en zonas frías, sino en playas soleadas y alegres.
Este bello ave ha ido colonizando otras áreas de la península de El Cabo como Stony Point, un poco más abajo de esta colonia y en algunos lugares cercanos a Port Elisabeth y la costa de de Namibia. El Spheniscus demersus, su nombre científico, es muy pequeño, de apenas unos 50 centímetros de altura, muy alejado del pingüino Emperador y del pingüino Rey. Sobreviven en estas playas pese al constante acecho de los lobos marinos que junto con los tiburones blancos son sus predadores más conocidos. Durante nuestra estancia pudimos observar como un lobo marino capturaba un ejemplar joven y lo destrozaba a dentelladas delante de los turistas atónitos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario