lunes, 23 de diciembre de 2019

PERÚ: EL ÁGUILA DE LOS ANDES


























La soledad del Águila de los Andes tras su captura

Una mañana fría, cerca del Valle del Colca, a más de 4.000 metros de altura en Perú, el agricultor acudió como cada día a la chakra a cultivar su tierra. Al llegar un enorme águila andina estaba posada en la tierra, fría y asustada.El hombre se acercó y la recogió con sumo cuidado, se la llevo a casa y comprobó que tenía el ala rota. La cuidó y la recuperó y la enseñó a posarse sobre una madera a la entrada de su casa. Todo el pueblo venía a verla, tenía un porte especial, era bella de verdad. Muchos vecinos les traían ofrendas, fruta, comida, regalos..., se corrió la voz y algunos turistas que pasaban por el pueblo se paraban a fotografiarla y dejaban algunas monedas sobre la mesa.

Con el excedente que producían las visitas del águila, el hombre no necesitaba ir al campo, su chakra comenzó a morirse, pero no le importó, su nuevo "negocio" le dejaba suficiente para no volver al campo. El águila se curó y como ave libre, una mañana comenzó a tirar de su cuerda para marcharse, el hombre asustado la metió en casa y tras consultarlo con la familia le corto las puntas de sus alas y se prometió a hacerlo cada vez que crecieran para impedir que marchará. Además confió en su hijo este nuevo "negocio", él buscaría clientes que traer para la fotografía .El chico salia cada mañana con el ave a pasearla que todos la vieran.

Sucedió que otros vecinos tuvieron envidia y subieron a la sierra.Algunos volvieron con pollos de águila que comenzaron a criar. Al poco tiempo en el pueblo había más de 10 águilas que animaban la única calle polvorienta que corría por el pueblo. Seguían viniendo turistas que se repartían para fotografiarse con las águilas, pero ya no daba para tanto. Los vecinos se aburrieron de llevar ofrendas, ya no era tan benefactora el águila, ya había muchas.... El hombre cayó enfermo y dejó de salir a la calle, sufría al ver tanto desdén y rencor de sus vecinos.

El chico no ganaba suficiente para mantener su familia con el águila. Una mañana se sentó frente a su padre enfermo y le dijo que debía dejarlo, que ahora debía buscar como mantener a la familia. Su padre le bendijo y le dijo "sube al monte y hazte cargo de la chakra, cultivala y volvamos a la agricultura". Y entonces el chico le dijo al padre " padre como puedo hacerlo si usted no me enseño a cultivar".

Y debio dejar el pueblo de sus ancestros, marchar a un suburbio de la ciudad y mendigar para poder salir adelante.

Este cuento nace de la pena de ver águilas cautivas en el Cañón del Colca en Perú, Águilas de los Andes que son capturadas para que turistas de "los selfies", una especie desgraciadamente cada día más abundante, tenga su "trofeo" en casa. Necesitamos cada día más de un turismo responsable y que los guías de turismo no formen parte de este mercadeo.

Si no habéis visto nunca el vuelo del Condor, en el Cañón del Colca, os lo dejo en este corto vídeo


4 comentarios:

  1. Nada apreciamos más que cuando lo perdemos. Así de necios somos los humanos.
    En esta época de confinamiento involuntario que estamos padeciendo, estaba yo el otro día mirando cómo se posaba una paloma en la barandilla de mi balcón.
    Estuvo allí un buen rato hasta que echó a volar. ¡Qué envidia sentí!. Ella podría ver mi bonita ciudad desde arriba. Libre como el viento podría ver el reflejo del Pilar en las tranquilas aguas del Ebro, podría sobrevolar los eternos pinares de Venecia, e incluso descansar tranquilamente en el pequeño lago del Jardín Botánico rodeada de olor a primavera.
    Sin embargo, somos tan torpes que cuando todo esto termine es muy probable que caminando por los porches del Paseo Independencia me pase una demasiado cerca (se han acostumbrado a nuestra presencia en la ciudad) y suelte aquello de ¡maldita paloma... !.

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    1. Vaya Piluca el encierro te sienta bien jajaja, todo llegará y entonces sabremos de que nos ha servido este tiempo confinados, saludos maña¡

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  2. Somos los animales más dañinos, creemos que todo está a nuestro servicio y para nuestro disfrute. Me gustaría que este periodo de confinamiento sirviera para darnos cuenta de lo importante que es la LIBERTAD, en mayúsculas, pero mucho me temo que, volveremos a las andadas en muy poco tiempo.

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    1. Ay Amparigües que poco crees en nuestra especie, pero si ya hemos llegado hasta aquí, el resto es más fácil mujer jajajaja, no se, no se, yo como tú dudo de la gran masa, muchos hemos cambiado ya, otros cambiarían pero el resto me cuesta más creeerlo, pero vamos fe no me va a falta en ellos, un beso guapa

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