La Península Valdés,
en la Patagonia argentina, es una reserva de fauna de primer nivel mundial. Es
hogar de miles de ballenas francas (Eubalaena) que vienen a las aguas de sus bahías a
criar. En sus playas descansan todo el año un buen número de mamíferos marinos
como los lobos marinos de un pelo (Otaria flavescens) y vive la mayor población de elefante marino
continental (Mirounga). En sus aguas nadan toninas overas y delfines oscuros y, tierra
adentro, se mueven maras, zorros, guanacos, choiques o armadillos, entre otras
especies. Entre los meses de febrero-abril y septiembre-octubre merodean cerca
de las playas las temidas orcas.
Península
Valdés es también un spot imprescindible para el birdwatching. Sobre todo, en
lo que a aves marinas se refiere. Existe la llamada isla de los Pájaros, donde
como podéis imaginar, las aves se concentran por miles: cormoranes, gaviotas, palomas
antárticas, chorlos, patos, etc. También abundan petreles y skúas.
Pero uno de los
habitantes que más llama la atención, por vistosidad y número, es el pingüino
de Magallanes (Spheniscus magellanicus). La península constituye un verdadero paraíso para estos pequeños
pingüinos que acuden a sus costas a criar entre septiembre y marzo. Hay
diferentes enclaves bien localizados a lo largo del litoral para observar
pingüinos de Magallanes, pero es en la pingüinera de Punta Tombo, a un par de
horas al sur de la península, donde se encuentra la mayor concentración mundial
continental de la especie. Casi un millón de pingüinos de Magallanes llegan a
juntarse al final de la época de cría.
La playa de Punta
Tombo rebosa vida estos días, con los jóvenes y adultos en un incesante ir y
venir desde los nidos-madriguera al mar. Un sendero permite recorrer la
pingüinera y tomar un contacto directo con este espectáculo natural.
Península Valdés no
podía faltar en nuestras expediciones para 2012 y será el arranque de la rutaque recorre Patagonia argentina descubriendo algunos de los enclaves que tanto
fascinaron al célebre Charles Darwin.